AUTOCONSUMO energético y colectivo ¿los conoces?
El autoconsumo energético consiste en el uso de la energía generada por una instalación para el consumo propio.
El desarrollo del autoconsumo garantiza a los consumidores el acceso a alternativas más baratas y respetuosas con los límites del planeta, contribuye a reducir las necesidades de la red eléctrica, genera mayor independencia energética y permite reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, es una actividad generadora de empleo vinculado a la transición ecológica, como ya se ha demostrado en países de nuestro entorno.
La tecnología aplicada al desarrollo de las energías renovables las ha hecho más eficientes y rentables, hasta el punto de ser capaces de producir electricidad en condiciones menos óptimas de viento o radiación solar, y en el caso de los paneles fotovoltaicos a un coste un 70% más bajo que hace una década.
Todo pensado también para que el ahorro y la eficiencia energética formen parte de la conducta cotidiana del hogar y, en el caso de instalaciones conectadas, el consumo se centre principalmente en las horas diurnas, para tirar de tu propia energía.
El autoconsumo colectivo, por parte de varios consumidores para aprovechar las economías de escala, encaja dentro del ámbito del consumo próximo.
Son instalaciones próximas las que están conectadas en la red interior de los consumidores asociados, unidas a estos bien a través de líneas directas o bien conectadas a la red próxima. De esta manera, se puede hablar de autoconsumo colectivo en un edificio o un conjunto de edificios a través de redes próximas.
Existen modelos muy diferentes de autoconsumo colectivo, dependiendo de si el edificio ya está construido o habitado o está por construir, de la superficie que tengamos disponible para la instalación, del gasto que estemos dispuestos a asumir, del servicio que queramos obtener o del grado de consenso que alcance la propuesta entre la comunidad de vecinos.
La modalidad más sencilla de autoconsumo colectivo es la de una instalación que cubra las necesidades energéticas de las zonas comunes del edificio, como son la iluminación de escaleras, rellanos, portales, garajes y trasteros o el funcionamiento del ascensor. Las posibilidades se amplían si hablamos en término de urbanización, con piscinas y otras zonas comunes (patios, salas, zonas de juegos y deportes, etc.). En este caso se trata de una instalación básica y la titularidad corresponde a la comunidad de propietarios, única usuaria de la instalación.
A partir de esta primera posibilidad se abren otras, como la instalación integral, más completa y de mayor potencia, que permite abastecer de energía a las viviendas y a los locales comerciales del edificio si los tuviera. En este caso, especialmente atractivo para nueva construcción, el titular también es la comunidad de propietarios, que se encarga de facturar a cada uno de los vecinos.
Un último caso sería el de la instalación flexible, que en un principio sólo abastecería a aquellos vecinos que hubieran decidido conectarse, aunque permitiría que otros vecinos se fueran sumando posteriormente, lo que la convierte en un tipo de instalación ideal para bloques de viviendas ya construidos.
Existen tanto empresas de servicios energéticos como comercializadoras de energía a las que se puede contratar la tramitación, diseño e instalación del sistema de generación de electricidad, y que pueden incluso ayudar con la financiación del proyecto.
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Fuente: idae.es